Si por algo se caracteriza el ser humano es por la necesidad de certezas y la evitación de las incertidumbres. Y en un momento en que flaqueamos, sea por una enfermedad o por un cambio repentino en nuestra vida, todavía más. La esclerosis múltiple (EM) no es una excepción.

Creo que si algo define a esta enfermedad es la cantidad de incógnitas que conlleva, tanto en el día a día de las personas que la padecen, y de sus familiares, como en la mente de decenas de científicos y grupos de investigación, como el nuestro del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, que tratamos de buscar respuestas a las varias preguntas que, incluso tras tantos años de investigación en todo el mundo, sigue despertando.

Y precisamente por eso (y de eso) hemos vuelto a hablar por tercer año consecutivo investigadores y neurólogos, junto con representantes del colectivo de pacientes, en la IIIª Edición del Encuentro ‘Nuevos avances y desafíos en esclerosis múltiple’ que la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) ha tenido a bien volver a albergar dentro de la programación de Cursos Avanzados de Verano que se desarrolla en su sede del Palacio de la Magdalena de Santander. Y por tercera vez he tenido el placer de dirigirlo de la mano del colectivo de pacientes, representado por mi amiga Begoña Aguilar Zambalamberri, la Presidenta de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Toledo, con el patrocinio de la industria farmacéutica (Novartis, Sanofi Genzyme, Roche y Merck) y con la colaboración de la Red Española de Esclerosis Múltiple.

Como siempre, nuestro curso estuvo dividido en tres jornadas claramente diferenciadas, pero todas unidas por el objetivo común de aprender y debatir sobre la esclerosis múltiple. En el primer día del curso se abordaron diversos aspectos relativos a la clínica de los pacientes, tratando de responder a las preguntas que el propio colectivo se plantea. Así, se habló sobre la evidente necesidad de marcadores o pruebas que puedan discernir la evolución de esta enfermedad, de por sí altamente impredecible. Y es que, imprevisibilidad es un apellido que lleva la esclerosis múltiple y que tratamos de borrar muchos grupos de investigación a nivel mundial, buscando biomarcadores de evolución de la enfermedad, bien sea para predecir si desde un primer brote se podrá evolucionar a una esclerosis múltiple clínicamente definida, bien sea para que nos anticipen una buena respuesta a un tratamiento o incluso para distinguir entre pacientes que vayan a tener cursos clínicos más o menos severos de la patología. En esto último está volcado nuestro grupo de investigación, ya que anticipar la evolución de la esclerosis múltiple servirá para poder recomendar el mejor tratamiento para cada paciente desde el principio, lo que supone una mayor eficacia y un ahorro de efectos adversos para ellos, y de dinero para todos.

También se debatió sobre una de las más misteriosas formas clínicas de la enfermedad, la denominada primariamente progresiva (EMPP) que, hasta hace bien poco, presentaba una absoluta ausencia de tratamientos, y que parecía totalmente olvidada. Es tan peculiar su curso evolutivo, sin brotes previos, con incremento paulatino y, como su nombre indica, progresivo, de la discapacidad, que en Santander nos planteamos si pudiera ser incluso otra enfermedad diferente. A día de hoy no se sabe si su origen es diferente al de la esclerosis múltiple en brotes ya que no se conoce uno de los grandes misterios de la patología: qué desencadena la enfermedad. Lo que sí sabemos es que cuando se analizan muestras de cerebros de pacientes con EMPP, aunque presentan algunas peculiaridades, la globalidad de tipos de lesiones que contienen no es tan diferente a la que pudiéramos esperar respecto de aquellos que previamente atravesaron la fase recurrente remitente o en brotes y que, posteriormente, evolucionaron hacia una esclerosis múltiple secundariamente progresiva (EMSP). En esto también trabaja nuestro grupo de investigación de Toledo, buscando en muestras de cerebros de pacientes de EMPP y EMSP diferencias en el contenido o estado de actividad de células reguladoras del sistema inmune presente en las lesiones desmielinizantes. La EMPP es igual de frecuente en ambos sexos, al contrario que la esclerosis múltiple en brotes donde hay una mayoría de mujeres. Una gran pregunta en la esclerosis múltiple es el porqué de esta disparidad en la susceptibilidad entre ambos sexos, y de esto se trató en profundidad en nuestro curso de Santander. Si bien no se conoce con exactitud, hay numerosas evidencias que apuntan a que las mujeres pudieran tener una mayor susceptibilidad genética, por contener un doble cromosoma X en el que se albergan varios genes relacionados con la inmunidad. Pero nada se puede decir con seguridad: otra nueva e interesante pregunta que espera resolución por parte de la comunidad científica internacional.

Y fue esta comunidad la que comenzó, desde la segunda jornada, a mostrar avances en el conocimiento de la esclerosis múltiple, desde diversas perspectivas, aparentemente separadas, pero a su vez muy entrelazadas. Una evidente necesidad en la esclerosis múltiple es la búsqueda de terapias efectivas que potencien la remielinización, es decir, la regeneración de la mielina dañada. Para llevarse a cabo, se necesita movilizar a los llamados precursores de oligodendrocitos que deben activarse, dividirse, movilizarse hacia las zonas a reparar y, una vez allí, desarrollarse, o como decimos los científicos, diferenciarse, a oligodendrocitos maduros que produzcan nuevas vainas de mielina. El momento de nuestra vida en que todo esto ocurre espontáneamente y con gran facilidad es en el desarrollo embrionario. En este tiempo, miles de células se mueven, se dividen y buscan su lugar para engarzarse en un organigrama tan bello como perfecto que denominamos sistema nervioso. Es por ello que merece la pena estudiarlo, porque es entonces cuando podemos sacar evidencias, posibilidades y respuestas acerca de cómo potenciar a los precursores de oligodendrocitos: los ladrillos necesarios para la reconstrucción de la vaina de mielina dañada. Y de todo esto también hablamos en Santander, de cómo estudiarlos, de cómo entenderlos y de cómo buscar terapias para tratar de alcanzar la tan perseguida remielinización, algo en lo que también trabaja activamente nuestro grupo de investigación.

Pero no podemos pensar en remielinizar sin conocer y controlar al ‘alter ego’ de la esclerosis múltiple: el sistema inmune. Y sobre este aprendizaje de las células inmunitarias se habló en nuestro curso de la UIMP; sobre lo que nos enseña la genética de las células inmunitarias, las redes de conexiones genéticas que existen en cada una de ellas, y las diferencias existentes en estas redes entre etapas de la patología, entre sexos o tras un tratamiento. Y además, nos adentramos en los mecanismos por los que las células del sistema inmune se comunican entre sí, mandándose mensajes cargados de información genética, a través de las denominadas vesículas extracelulares, de las que antes se pensaba que era la forma que tenía cada célula de sacar su basura y de las que ahora sabemos que son una extraordinariamente importante (y altamente desconocida) forma de comunicación intercelular.

Por último, también aprendimos sobre las células asesinas naturales (o como se dice en el argot científico, células ‘natural killer’ o células NK), un tipo celular de la respuesta inmune innata que supondrán un buen agente al que controlar o potenciar, dependiendo de los diferentes tipos de variantes que presentan y que, nos hemos convencido, si bien no nos atreveríamos a decir que tienen memoria, sí que son capaces de entrenarse y aprender, y por ello pueden responder más intensamente a un ataque externo o interno por el que se hayan sensibilizado previamente. Estamos sólo comenzando a comprenderlas y serán motivo de interés claro para la esclerosis múltiple en un futuro próximo.

Y de eso se trató en la tercera jornada: del futuro. Tres aspectos muy diferentes pero sorprendentemente interconectados entre sí. ¡Díganme si no es altamente llamativo que la aplicación de un determinado campo magnético en el cerebro a ratas a las que se les ha inducido el modelo animal de esclerosis múltiple modifica de tal forma su curso clínico que llegan incluso a recuperarse totalmente del ataque inmunitario! Y no creo que sea menos interesante y llamativa la influencia que los millones de bacterias de la microbiota intestinal puedan ejercer en la esclerosis múltiple, incluso su posible utilidad, todavía no probada, como futura herramienta terapéutica en esclerosis múltiple. Este campo, el del intercambio de información bidireccional entre nuestras bacterias y nuestro cerebro es uno de los más apasionantes del mundo de la investigación neuroinmunológica actual. Las bacterias no dominan, pero sí influyen, y podría ser que mucho, en la actividad y en el desarrollo del cerebro normal y en diversas patologías, incluida la esclerosis múltiple.

Y finalmente, el ejercicio físico como terapia controladora de la actividad clínica en la esclerosis múltiple. Este campo de estudio, que acaba de comenzar a ser explorado y del que, como en todo lo anterior, todavía tenemos más dudas que certezas, se presenta como prometedor, sobre todo si los experimentos se diseñan correctamente, con un número elevado de participantes y con mucha seriedad científica de por medio. Pero es que, además, la estimulación magnética modifica la respuesta a moléculas bacterianas, y la actividad física puede modificar la composición de bacterias de nuestro intestino, y todo ello, mezclado, lejos de ser una madeja indescifrable, nos está enseñando que todo en el organismo, como era de esperar, está interconectado.

Ese es el espíritu de nuestro curso de la UIMP ‘Nuevos avances y desafíos en esclerosis múltiple’, no sólo en ésta, sino en sus ya tres ediciones: la interconexión. Como director de este curso tengo claro que es necesario escuchar y aprender a quienes conocen aspectos de la patología muy diferentes a los que uno trabaja en su día a día, tanto a profesionales de la neurología, como a colegas científicos básicos de diferentes disciplinas. Verse en el Palacio de la Magdalena de Santander, además de un placer para los sentidos por el lugar en el que se desarrolla, es una generación de riqueza intelectual y de conocimiento, siempre desde el planteamiento de preguntas biológicas o médicas, para eliminar, entre todos, las mil incertidumbres de la esclerosis múltiple. Y siempre, de la mano del colectivo de pacientes, con su punto de vista interpelador de por qué, cómo ocurre y qué puedo hacer para solucionar mi realidad: la esclerosis múltiple. Las respuestas sólo podrán venir de la mano de la ciencia. ¡Apoyémosla!

Dr. Diego Clemente López
Investigador Principal del Grupo de Neuroinmuno-Reparación
Hospital Nacional de Parapléjicos
Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM)
Toledo